martes, 6 de noviembre de 2007

UN LARGO CAMINO HACIA EL VERANO
Por Edgar Unger
.
En el vacío inconmensurable,
todo lo que había muerto,
sin dejar ecos de memoria,
flotaba en el espacio;
Una masa enorme, aplastada,
pero pequeña,
como una mota de polvo
en los abismos sin estrellas.

No es posible comprender
la duración de este tiempo muerto,
pero alguna vez,
como lo había hecho en el pasado,
aquella masa explotó
cubriendo la negrura con soles de hidrógeno
y soles pequeños que erraban perdidos,.
enfriándose y siendo al fin
atraídos a una órbita luminosa.

Y un día,
porque ya había noches y días,
un pequeño sol en órbita,
deja caer sobre la tierra hirviente,
un cielo de agua.
Y entre el fuego, luz y agua,
comenzó, una vez más,
el misterio de la creación de todas
las caprichosas formas de de vida.

Al último,
cuando todo estaba hecho,
aparecieron seres,
que caminaban erguidos bajo el sol,
hijos del fuego
y herederos del agua,
con cuerpos de agua, calcio,
potasio, fierro, moléculas conocidas
y desconocidas,
formando innumerables elementos orgánicos.


Aquellos hombres,
porque eran ellos que llegaron al ultimo,
comenzaron a cazar animales
que pastaban en las llanuras
y un día, un gran cazador murió,
y su muerte fue como ninguna otra.


Cavaron una tumba,
como tantas que habían cavado
y una pálida mujer
vistió a su hombre muerto
con sus mejores pieles
y a su lado colocó
sus mejores armas.
Y mientras en el oscuro horizonte,
amenazaba una tormenta,
decidió poner en la tumba
cuidadosamente envuelto con hojas,
un pedazo de carne asada.
-Es para el camino, por donde tú irás ahora-dijo.
mientras observaba como taparon la tumba con piedras.
Y aquellas palabras que pronunció,
fue el acto más significativo de todos los tiempos:
Un primer homenaje silencioso hacia lo desconocido.

Y comenzó la época más gloriosa del hombre,
que duró decenas de miles años,
siguiendo el interminable viaje hacia el verano,
al paso de los animales.
.
Pienso ahora,
en aquellos hombres jóvenes,
perteneciendo yo a una sociedad,
de lo que queda de ellos
y que no saben que están destinados a desaparecer,
dejando solamente una huella efímera.

Pero llego a la conclusión,
que la raza tiene una oportunidad más.
Cuando en millones de años, las pirámides
y las monstruosas ciudades,
se hayan hecho polvo,
y cuando existan nuevamente bosques hermosos,
aguas limpias y el sol estará aún amarillo,
la creación depredada
se habrá recuperado de la infamia,
y tal vez ,una vez más, el hombre pueda nuevamente, iniciar, ,
el largo camino hacia el verano.

Santiago, Noviembre de 2007.

1 comentario:

Anónimo dijo...

un poema con intenciones cosmogonicas, interesante